Conscientes de que “la educación consiste esencialmente en preparar al hombre para lo que debe ser y para lo que debe hacer aquí abajo, con el fin de alcanzar el fin sublime para el que fue creado” (Pío XI, Divini illius magistri), ¿qué tal si a partir del siguiente año escolar —que en México iniciará el próximo 29 de agosto— se hace una “revolución” en casa para transformar la educación de los hijos en la mejor de todas?

Pues no hay que olvidar que la escuela no educa, sino que son los padres de familia los que educan. El papel de la escuela es más bien el de instruir, informar y colaborar con los papás en la educación de los niños y jóvenes.

¿Qué pueden hacer, pues, los progenitores para cumplir en casa con la hermosa tarea de brindar una auténtica e integral educación cristiana a sus retoños?

  • No posponer la educación. Ésta inicia desde que el hijo es un bebé.
  • Prepararse en la fe para saber catequizar a los hijos. Aun cuando los lleven al catecismo en la parroquia, de poco servirá si los papás no caminan con sus hijos compartiendo la fe en casa.
  • Ser modelo de los hijos. Ellos deben ver que sus padres tienen una relación personal con Dios, que oran a diario, que practican asiduamente los sacramentos y que son caritativos.
  • Revisar los programas escolares y los libros que llevarán los niños en la escuela, pues pueden incluir contenidos contrarios a la fe cristiana y a la dignidad humana. Si esto se detecta, informarlo a la escuela; si no se puede o ésta no hace caso, prepararse de antemano para contrarrestar dichas enseñanzas explicando claramente a los hijos por qué tales cosas son malas o contienen errores.
  • Hacer de la casa un lugar de aprendizaje divertido, por medio de juegos educativos (tanto seculares como religiosos) y de toda clase de materiales (se pueden bajar de internet) que les ayude a sorprenderse del mundo que les rodea y amar más a su Creador.

¿Complicado? No, complejo

Ante el comentario de una mamá acerca de que educar es de lo más complicado, responde Javier Reguart, empresario español y experto en formación continua de padres y madres que quieren educar mejor a sus hijos:

“No es complicado, es complejo. ¡Bienvenidos al mundo de la complejidad y del caos! Pero es precisamente en este entorno cuando se dan las mejores circunstancias para innovar, renovar, reinventar, reparar, engrandecer, cambiar en definitiva, aquello que nos parece complicado. Hay que resolver la complicación de manera positiva”.

Por otro lado, en el amor está la clave de la educación. “Con amor, las crisis se gestionan de forma más eficaz y los problemas, si acaban llegando, son más fáciles de abordar y de resolver”, señala Reguart.

Por otro lado, “ofrecer únicamente recursos no es suficiente. Hay que enseñar a hacer lo correcto y a priorizar o posteriorizar”. Así los hijos también “aprenderán a renunciar a cosas buenas para aspirar a cosas mejores”.

TEMA DE LA SEMANA: «EDUCACIÓN CATÓLICA, EDUCACIÓN PARA LA LIBERTAD»

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 7 de agosto de 2022 No. 1413

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