Por Jaime Septién

EN CAMINO

Entramos esta semana a la Cuaresma 2023, siempre con la misma (o parecida) intención: “esta vez la voy a vivir a fondo”. Raramente lo hacemos. Sin embargo, desde pequeños el Miércoles de Ceniza es una fecha que nos sobrecoge, quizá por la sentencia al momento de la imposición: “polvo eres y en polvo te habrás de convertir”.

El extraordinario poema del Premio Nobel T.S. Eliot (Miércoles de Ceniza) recoge la gravedad de esta puerta de entrada a la Cuaresma: “… y ruego a Dios que tenga misericordia de nosotros / y ruego que pueda olvidar yo / esos asuntos que discuto demasiado conmigo mismo / explico demasiado / porque no tengo esperanza de volver otra vez / a que respondan estas palabras / por lo que se ha hecho, para que no se vuelva a hacer / ojalá el juicio sobre nosotros no sea demasiado gravoso”.

Tres son las imágenes del fragmento del poema y tres son las figuras de la ceniza: misericordia, arrepentimiento y esperanza. Misericordia de Dios amoroso; arrepentimiento de las palabras, las obras y las omisiones de las que seamos responsables, así como esperanza en que el juicio postrero sea la entrada a la vida perdurable.

Termina el poema de Eliot repitiendo lo que el alma del hombre que se reconoce pecador pide cada Miércoles de Ceniza y que seguro pedirá, si le es concedido, en la hora de su muerte: “… y llegue hasta Ti mi clamor”.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 19 de febrero de 2023 No. 1441

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