Por P. Fernando Pascual

Nuestra vida se explica a partir del amor eterno de Dios. Al mismo tiempo, adquiere sentido cuando amamos. Porque solo en el amor se eterniza el tiempo.

Es una idea ofrecida en una serie de conferencias del P. Jean du Coeur de Jésus d’Elbée, que fueron recogidas en un libro titulado Creo en el amor.

En una de las conferencias leemos lo siguiente: “El amor es la vida, es el sol, es la luz, un calor divino sobre nuestra vida entera. Sin este amor, se vive una vida superficial, se vegeta”.

Todo lo que hagamos, sea rezar, sea ir a un curso de ejercicios espirituales, adquiere su sentido en esa clave del amor, cuando el corazón participa plenamente.

Por el contrario, lo que hacemos pierde su sentido cuando falta el amor. Así lo explica el texto antes citado: “Sin amor todo es doloroso, todo cansa y todo es carga”.

Incluso la misma cruz puede ser tomada con dudas, con resistencia, y entonces pesa enormemente. En cambio, “si se toma con una sonrisa, con plena libertad y con amor, nos cargará a nosotros en vez de nosotros cargarla a ella”.

Al final de este párrafo, el P. d’Elbée ofrece esta gran verdad: “El amor eterniza el tiempo al divinizar todas las cosas”.

Los problemas, ciertamente, no desaparecen. Nos cansamos por la lucha, las caídas, las incomprensiones, los mil problemas de la vida.

Pero el amor da un toque especial a todo, porque “diviniza las cosas”, porque las une a Dios, que es amor, y amor eterno.

Entonces recibimos una energía superior. Acometemos el presente llenos de esperanza. El corazón se enciende de amor. Lo eterno nos transforma.

Todo eso es posible simplemente porque hemos descubierto, experimentado, el amor tan grande que Dios nos tiene.

“Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1Jn 4,16).

(Los textos aquí recogidos están tomados de la siguiente traducción española: Jean du Coeur de Jésus d’Elbée, Creo en el amor: Conferencias de un retiro basado en las enseñanzas de Santa Teresita de Lisieux, Alba House, New York 1998).

 

Imagen de NoName_13 en Pixabay


 

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