El Observador / Redacción

El 10 de febrero de 1821, tras un breve intercambio de cartas, el capitán del ejército realista y el capitán del ejército insurgente del sur, Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero respectivamente, se fundieron en un abrazo en la pequeña aldea de Acatempan, del Estado de México.

Muchos historiadores niegan la existencia de este abrazo, pero ha sido parte de la tradición darlo por válido.  Si no fue un abrazo, sí fue un reconocimiento mutuo de lealtad a un principio: acabar la guerra de independencia y darle una posibilidad de paz al atribulado pueblo mexicano.

Desde que había llegado a la vecina ciudad de Teloloapan, Iturbide había estado en comunicación con Guerrero.  Primero había establecido algunas escaramuzas entre ambos ejércitos; después, le había propuesto unir fuerzas y terminar el conflicto armado a favor de los insurgentes.  Tras una serie de consultas, Vicente Guerrero aceptó unirse al plan de Iturbide y obtener la anhelada independencia de México.

Finalmente, se vieron en Acatempan cara a cara.  Un par de días antes del encuentro, Iturbide le había dicho al caudillo insurgente que no iba a correr ninguna suerte de peligro al verse en medio de la selva guerrerense, enfrentado al que había mandado el Virrey a prenderlo.  En una nota enviada por un emisario, le decía Iturbide:

Amigo querido:

Aunque estoy seguro de que Ud. no dudará un momento de la firmeza de mi palabra, porque nunca di motivo para ello, pero el portador de ésta, D. Antonio Mier y Villagómez, la garantizará a satisfacción de Ud., por si hubiese quien intente infundirle la menor desconfianza.

“Antes de darse el histórico abrazo, Iturbide y Guerrero intercambiaron halagos sobre su valor y sabiduría, así como por su disposición a ponerle final a la larga y desgastante guerra por la Independencia de México”, escribe en su libro Agustín de Iturbide, el historiador Sergio Gaspar Mosqueda.

Tras del encuentro y de intercambiar palabras de aliento, el general Guerrero aseguró a sus hombres que, ciertamente, Iturbide “era capaz de morir por la independencia”. Guerrero, según la crónica, fue el primero de su ejército en reconocer a Iturbide como el jefe de los ejércitos nacionales.  Las palabras del general mexicano a sus soldados fueron las siguientes:

¡Soldados! Este mexicano que tenéis presente es el señor don Agustín de Iturbide, cuya espada ha sido por nueve años funesta a la causa que defendemos. Hoy jura defender los intereses nacionales; y yo que os he conducido en los combates, y de quien no podéis dudar que moriré sosteniendo la independencia, soy el primero que reconoce al señor Iturbide como el Primer jefe de los Ejércitos Nacionales: ¡Viva la independencia! ¡Viva la libertad!

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 24 de septiembre de 2023 No. 1472

Por favor, síguenos y comparte: