Rachel Goldberg-Polin es la madre del joven israelí Hersh, uno de los chicos heridos y secuestrados por Hamás durante el atentado del 7 de octubre. En un vídeo agradece al Papa su atención y preocupación por los «240 seres humanos enterrados vivos en Gaza». Son de religiones diferentes, pero todos son hijos de Dios.

Por Salvatore Cernuzio – Vatican News

Ha pasado más de un mes y Rachel Goldberg-Polin no tiene noticias de su hijo Hersh. El chico, de 23 años, es uno de los «240 seres humanos enterrados vivos en Gaza», es decir, uno de los rehenes de Hamás. Los terroristas lo hirieron y secuestraron durante el ataque del 7 de octubre, acaecido en el festival de música «Supernova», en el que fueron masacradas unas 260 personas, mientras miles más morían en los kibutzim y en las calles.

En las últimas semanas, Raquel se ha convertido en portavoz de las familias de los secuestrados (incluidos algunos niños) y ahora se dirige, a través de un vídeo de los medios de comunicación del Vaticano, al Papa, quien, desde el comienzo de la dramática violencia en Tierra Santa, no ha dejado de pedir en cada pronunciamiento público «la liberación de los rehenes». La última vez en el Ángelus del pasado domingo 5 de noviembre, cuando, pensando especialmente en los niños, Francisco pidió que los muchos que aún permanecen secuestrados por Hamás «vuelvan con sus familias».

«Gracias por dedicar su tiempo a intentar ayudarnos a liberar a los 240 seres humanos que están enterrados vivos bajo Gaza», dice la mujer en el vídeo. «Son de todas las religiones: musulmanes, judíos, cristianos, hindúes, budistas. Y son seres humanos. Son hijos de Dios».

Rachel Goldberg-Polin dice que aprecia «mucho» el «intento» del Papa «de llevarlos a todos a casa con sus familias». Envía un beso al Pontífice y le expresa «amor y respeto».

La última vez que se vio a Hersh Goldberg-Polin fue en un refugio del campamento donde él y otros asistentes a la fiesta se habían refugiado, tratando de escapar de los cohetes y disparos de Hamás. Había enviado a sus padres sus últimos mensajes hacia las 8 de la mañana del 7 de octubre. Desde entonces, como se ha dicho, no ha habido noticias. Una vez superada la etapa de horror y terror, la madre, Rachel, y su marido, Jon, se empeñaron en buscar toda la información posible sobre su hijo. Un hamal, una habitación de su casa, se ha convertido en una especie de cuartel general donde se reúnen familiares y amigos e incluso parientes de otros rehenes. La esperanza es intentar traerlos a casa o, de lo contrario, recabar información y contactos. Esta labor se está llevando a cabo a través de una campaña mediática internacional con Raquel al frente, reconfortada por el apoyo humano del Papa Francisco.

 


 

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