Por P. Joaquín Antonio Peñalosa
Como estamos para finalizar la centuria, podemos ya conformar la Selección Mexicana. Entre los mexicanos de este siglo, los de uno y otro bando, estarán concordes en incluir en lugar de honor a don José Vasconcelos (1882-1959). Su vasta sabiduría, su don de convocatoria que puso en pie a un continente, el fuego de su palabra, el valor y la rectitud moral de su espíritu, sus escritos quemantes de una prosa musculada, hombre de acción y contemplación, su pasión por México.
Ahí reside su grandeza, mucho más que en los importantes cargos que desempeñó: participante del movimiento maderista, director de la Escuela Nacional Preparatoria, Secretario de Instrucción Pública (1914-15), Jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes, Rector de la Universidad Autónoma de México, Secretario de Educación Pública (1921-24), candidato a presidente de la república por el
partido Antirreeleccionista (1928).
Entre los cientos de páginas que escribió, hay una, tan breve y tan intensa, titulada “Trono de la Sabiduría” (La Nación, 12 de octubre 1945) en que aclara magistralmente qué significó la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe para conquistadores y conquistados en el Peñón del Tepeyac al que nombra “Trono de la Sabiduría”.
“La aparición domina, aplaca y contiene a los vencedores; les recuerda lo que comprendió jamás el pagano y es la ley del soldado de Cristo; que la victoria impone responsabilidades; y que no la merece quien no la usa para engrandecer y redimir”.
“La aparición, al mismo tiempo, despeja el ánimo de los vencidos, les aleja de la congoja y les entrega el tesoro inagotable de la esperanza”.
¿Y Juan Diego? “Lo más señalado de la aparición, es que no se produce por intermedio de un español, de un representante de la raza superior; sino que recae en un indio, humilde símbolo del vencido, y lo levanta. Eleva al ignorado Juan Diego por encima de los capitanes y de los obispos, y lo convierte en el elegido de la Gracia. Desde entonces el indio quedó ungido”.
Oigan los encomenderos de hoy lo que Vasconcelos expresó de los de ayer: “Podrá el encomendero abusar de su fuerza; pero nada borrará de su conciencia de amo, el remordimiento de estar ofendiendo a un indio, a los hijos adoptados del cielo”.
Trono de la Sabiduría
“La aparición domina, aplaca y contiene a los vencedores; les recuerda lo que comprendió jamás el pagano y es la ley del soldado de Cristo; que la victoria impone responsabilidades; y que no la merece quien no la usa para engrandecer y redimir”.
* Artículo publicado en El Sol de San Luis, 6 de diciembre de 1997.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 1 de diciembre de 2024 No. 1534