La fidelidad es un hábito que debemos fortalecer y con el cual debemos ir por la vida

Por Mary Velázquez Dorantes

Rara vez podemos estar seguros de las cosas o de las situaciones, y cuando se habla de fidelidad muchas personas tiemblan, porque observan la fidelidad como un reto o quizás una misión inalcanzable. Y es que las nuevas formas de vida son dulces tentaciones para renunciar a la fidelidad, pero no existe algo más certero en la vida que la propia fidelidad. Podemos lograrla si comenzamos con nosotros mismos, reconociendo quiénes somos y qué es lo que sentimos.

No podemos dar la espalda a la fidelidad personal porque entonces comenzaríamos a mentirnos y a engañarnos sobre nuestro Yo. Detrás de cada persona existen los sueños y los anhelos, pero también existen los compromisos y la responsabilidad por lo que somos.

Nuestro proyecto más importante en la vida somos nosotros, cuidando de nuestro ser podemos entonces ser fieles con los demás. La fidelidad es un hábito que debemos fortalecer, y con el cual debemos ir por la vida, pues si somos fieles a lo que somos podemos ir construyendo un camino con principios y valores, podemos ser agentes de lealtad y respeto, podemos establecer compromisos y principios, y entonces podemos ofrecer esa fidelidad a los otros sin temores.

LA CONGRUENCIA DE SER FIELES

¿Cuántas veces nos hemos enfrentado a la desaprobación? ¿Cuántas veces hemos considerado que somos víctimas de otros? ¿Cuántas veces hemos sentido que estamos atados al sufrimiento? Es momento de examinar cuántas veces has sido congruente contigo mismo, cuántas veces has trabajado el principio de lealtad interno, y cuántas veces dentro de las diferentes etapas de la vida has considerado que eres un ser humano valiosos por ser simplemente humano.

Para aprender la fidelidad personal necesitamos trabajar la honestidad de nuestros pensamientos, deseos y sentimientos, y por supuesto, aprender a valorar nuestras decisiones, es quizás una tarea compleja pero nunca imposible. Cuando descubrimos que la congruencia del ser fiel a uno mismo es la puerta al sentido de la vida, entonces los miedos y las expectativas ajenas van desapareciendo. Debemos comenzar a conocernos, a escuchar cómo estamos por dentro, a observar nuestros comportamientos, y entonces podemos desarrollar un plan congruente con nosotros y con los demás.

ESO LLAMADO AUTOFIDELIDAD

Nuestro carácter, susceptibilidad y vulnerabilidad vienen en un paquete emocionante: nuestro Yo. Tal paquete alberga los principios de firmeza, sinceridad, conocimiento, apertura y reflexión, si no buscamos éstos principios no existirá el autoconocimiento, no podremos descubrir el sentido de nuestra existencia. Muchas veces nos guiamos por el pensamiento de los otros, porque pertenecemos a un grupo social determinado, porque para ser aceptados debemos hacer tal cosa, y eso es la trampa más llamativa para perdernos en fidelidad personal. La autofidelidad es compatible con la amistad, con la felicidad, con los otros, pero desde el respeto por nuestras convicciones, sin abandonar nuestra identidad; sin tratar de aparentar lo que no somos. La fidelidad personal es una llama que nos inquieta y que al mismo tiempo nos da paz, serenidad y coherencia.

Aprender a ser fieles

  • » El lugar donde podemos aprender a ser fieles a nuestra persona está adentro, con tareas pequeñas pero continuas, con espacios de silencio y reflexión, con encuentros cara a cara con nosotros mismos.
  • » Aprender a ser fieles es buscar un momento para detectar quién soy y cómo soy, para no olvidarme de mí, regalándome tiempo y espacio, reconociendo mis fortalezas, pero también mis debilidades.
  • » Es necesario ser firmes con nuestras convicciones, sanando nuestras heridas del pasado, aprendiendo a confiar en nuestras habilidades.
  • » Cuando la fidelidad se convierta en una parte fundamental de nuestro ser, vamos a notar cambios extraordinarios, dejaremos a un lado las exigencias y la búsqueda de la perfección, y entonces nos sentiremos libres.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 8 de noviembre de 2020. No. 1322

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