Mi nombre es Virginia Andrea Miner, el 13 de octubre del 2009 me enteré que estaba esperando un bebé. Al poco tiempo nos dieron la noticia que tenía una trisomía en el par cromosómico 18, mi bebe moriría en mi vientre y lo mejor era abortarlo. Ese fue el consejo de sabiduría de los que me realizaron el estudio para ver lo que mi bebe padecía; ya podrás tener otro me decían dándome palmaditas; esas fueron sus palabras de consuelo: matarlo y reemplazarlo.

Mi cabeza no podía creer la triste noticia de la enfermedad que padecía, síndrome de Edwars!!!. Comencé a leer sobre ella y estaba aterrada pero fue peor escuchar que me recomendaran matarlo, descartarlo.

Lucharía, ¡por él rogaré a Dios! Corrí a ver a un sacerdote amigo lo abracé, le dije: «¡Mi bebé está mal, se va a morir y ¡quieren que aborte! Lo voy a tener en reparación por toda la manipulación genética que había realizado para poder tener hijos (inseminaciones artificiales, invitros y congelación, lo cual me pesaba enormemente y por el aborto que había realizado, 8 embriones congelé durante 2 años que fueron muriendo en el proceso de descongelación). Y por todos los niños abortados…» Él me abrazo me bendijo y me consoló haciéndome saber que era la decisión correcta.

Solo quería que Dios se acordara de él, bautizarlo, conocerlo y que se duerma en mis brazos.

A mi alrededor me recomendaban el aborto y lo egoísta que era al traerlo al mundo enfermo. Pues si lograba sobrevivir podía hacerlo en tremendas condiciones por 10 años. Pero pensé: Jesús llevó su cruz y ésta es una cruz de Amor para mí, la llevaré con Jesús y seguiré sus huellas. Pensé esta es la Voluntad de Dios. Siempre hice mi voluntad pero esta vez no sería igual.

Me ponía frente al Santísimo Sacramento y le pedía me permitiera conocerlo y bautizarlo, me dejé conducir por Él, me entregué con confianza a Su Misericordia.

Todas las semanas tenía que realizarme ecografías para ver si vivía, surgían cosas horribles que podía tener y me decían no pasa de esta semana, pero los planes de Dios no son los nuestros, sólo rogaba a Dios con amor nos ayude. Era realmente un calvario cada semana si viviría o no y cuando veía su corazoncito latir a través del ecografo mi alegría era enorme.

El 29 de mayo del 2010 nació por cesárea Zacarías Bautista, el medico no lo podía sacar de mi vientre, ¡estaba arraigado en mí!

Lo bautizaron antes de que pudiera conocerlo, me envolvió una ternura de paz, ¡Ya era hijo de Dios! aunque sabía que si moría antes el solo deseo de bautizarlo espiritualmente seria escuchado por el Señor.

Fue hermoso me lo trajeron y era tan pequeño (1,500kg), tan bello, tan indefenso su llanto me recordó al de un corderito, pues por su dificultad pulmonar apenas podía llorar y respirar.

Le dijimos cuanto lo amábamos y dejó de llorar, giró su cabecita, me miró fijo y en ese silencio de amor profundo escuché a Jesús que me susurró al oído estas palabras que han quedado grabadas en todo mi ser: «Gracias por no haberme matado»

Sé que era Él y fue literal lo que testimonio, era audible su voz majestuosa, con autoridad, tierna, dulce, piadosa y misericordiosa. Lloré de alegría al saber y ser consciente que si abortaba se lo hacía a Jesús, los niños indefensos son su debilidad.

Mi Zacarías sólo vivió 4 intensas horas y se durmió en mis brazos.

Agradezco a Dios que me dio la fortaleza y ruego que sea dado este testimonio para que quien lo lea y esté pensando en abortar, pueda reflexionar sobre lo que implica. Es el asesinato de un inocente, pues eso es abortar, literalmente matarlo. El pequeño no tiene manera de defenderse.

El aborto trae secuelas que en corto o largo plazo fluirá y hará estragos en nuestros corazones que buscarán la Paz y Ella solo estará cuando volvamos a Dios.

Sí, fue terrible el sufrimiento, fue un calvario el embarazo, pero volvería a pasar por él sólo por ver la mirada de mi niño y escuchar la dulce voz de mi Señor Jesús. Él en Su Majestad se dignó a hablarme en mi nada y agradecerme.

¡Cuánto nos ama Dios!. Su Amor es Incomprensible.

Cuánto hará Dios por nosotros si nos sometemos a Su Voluntad, sólo tenemos nuestra frágil voluntad para ofrecerle.

Para aquellos que lo hicieron, ¡no teman! ¡Que se acerquen a Jesús se arrepientan de corazón, se confiesen y Jesús en Su Infinita Piedad y Misericordia ¡los va a abrazar con ternura!

¡¡¡Vuelvan a Él con confianza plena!!!

Actualmente mi bebé descansa en el Santuario de Jesús Misericordioso de Villa Urquiza.

Imagen de Robster_91 en Pixabay

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