Por Monseñor Joaquín Antonio Peñalosa

Qué exacta definición de hombre nos dejó Aristóteles: El hombre es inteligencia y manos. Por ambos atributos somos manipuladores, los únicos seres de la creación que con el poder de la inteligencia y de las manos manipulan las cosas para elaborarlas, modificarlas y convertirlas en instrumentos útiles y bellos. A veces salvajes y mortales. En este sentido, sólo el hombre es el único ser que proyecta su creatividad sobre las cosas y sólo las cosas pueden ser manipuladas, ofrecidas pasivamente al hombre como objetos de manipulación.

Resulta ahora que el hombre ya no es sólo manipulador de cosas, sino también de personas y, para colmo, susceptible él mismo de que lo manipulen. El hombre puede ser —o lo es de hecho—, programado y controlado desde fuera de sí mismo. Con lo que la soberanía de su dignidad y su libertad se desmoronan. No son exactamente como quieren, sino como quieren otros.

¿Manipuladores que nos tratan y usan como el titiritero a sus muñecos? El consumismo, la publicidad desbordada, la planificación social, el control de las ideologías, la explotación económica y la demagogia política que es el arte de persuadir, convencer y adoctrinar que con verdades a medias, tópicos y frases hechas se antelleva a los impreparados incautos e inocentes.

El concepto de manipulación abarca prácticamente todo el conjunto de la técnica de influencia social. Se ensancha y profundiza, porque el hombre no percibe el ataque. Y aunque algunos estímulos de la manipulación se descubren fácilmente, otros vienen tan camuflados que no los descubre la conciencia.

Cuando nos damos cuenta de que nos manipulan, comienza el truco a desaparecer. Manipulación y conciencia de manipulación no son compatibles; porque entonces cae su imperio y la persona recobra su libertad. Pero manipulación con conciencia crítica no es ya manipulación sufrida, son esclavitud consentida. En un mundo en que tantos se erigen como amos y domadores de personas y cosas, es precio olfatear quiénes son los manipuladores. Por qué y para qué nos esclavizan.

La crítica y denuncia de la manipulación comienza por la liberación de sí mismo de toda esclavitud, por la toma de conciencia de que estamos manipulados y por la puesta en práctica de la libertad.

Nota: Monseñor Joaquín Antonio Peñalosa colaboró con El Observador en los últimos años de su vida. Este artículo, si bien fue publicado en El Sol de San Luis, el 8 de noviembre de 1997, tiene mucho que ver con los consejos que nos dio durante el arranque del periódico.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 16 de julio de 2023 No. 1462

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