Por Martha Morales Cuando Adán vio a Eva exclamó: “¡Ésta sí que es carne de mi carne y hueso de mis huesos!” (Génesis 2,23). Ella le recordaba la imagen divina. En ella podía ver a Dios, era un reflejo de Dios. Fue su compañera, su sustento, su alegría. La plenitud de...