Por Tomás de Híjar Ornelas, Pbro.

“La austeridad es muy triste cuando nos la imponen, pero no cuesta ningún trabajo cuando se tiene”. José Luis Sampedro

Aridoamérica es el territorio llano comprendido entre las sierras Madre Oriental y Occidental caracterizado por su clima seco y casi desértico, de vegetación es escasa y poco propicio a la agricultura salvo si se almacena el agua del temporal o se canalizan las escasas corrientes de por allá, como la del río Pánuco o la de los afluentes del Lerma.

El largo lapso que va del 150 al 750 d. C. fue una época favorable para la vida en esta comarca, de modo que, durante ella, maduró de forma paralela al apogeo de Teotihuacán, el crecimiento demográfico y la apertura al intercambio de bienes y servicios de la zona Norte de Mesoamérica como área cultural.

Una prolongada sequía a mediados del siglo VIII dio ocasión al colapso de la agricultura, al resquebrajamiento del sistema de subsistencia y a largas rachas de migraciones de familias enteras que huyendo del hambre y de las invasiones de indios aridoamericanos pasaron del Norte al Occidente, al Golfo y al Centro de Mesoamérica usando las rutas de la extensa red comercial con Teotihuacán y sitios de quilates tan elevados como lo fueron los de la Quemada en Zacatecas o la Ferrería en Durango, baluartes para resguardo de las rutas comerciales más que centros ceremoniales.

El reciente descubrimiento del sitio arqueológico Tamtoc, en la Huasteca potosina, pone al descubierto una ciudad floreciente de hace unos 2600 años, muy anterior hasta antes conocíamos.

Por lo que a Aridamérica respecta, también conocida como la Gran Chichimeca, lo propio suyo fue la pervivencia a través del modo de vida más elemental, el nomadismo y la subsistencia a partir de la caza-recolección.

Comprende varias regiones determinadas por matices ambientales y prácticas culturales propias catalogadas a partir de las numerosas lenguas que por allá se usaron, principalmente la yutoazteca y la hokana y grupos tales como los pericúes, pimas, guachichiles, conchos y tarahumaras.

Una gran parte de Aridamérica se localiza en el territorio novohispano que los Estados Unidos anexaron al suyo en 1849 aprovechando la debilidad de su vecino país del sur: el Centro y Sur de California, la Gran Cuenca, el Noroeste de Arizona y la Apachería, que se extendían sobre parte de Sonora, Chihuahua y Coahuila. Además de la Apachería.

La Baja California incluye parte de la costa de Sonora y el Norte de México y en ella se mantienen las condiciones ambientales de aridez, malas para la agricultura.

Gracias a una exitosa adaptación y sobrevivencia ante un medio especialmente difícil sabemos de la conformación de complejos sistemas rituales que dieron lugar al tratamiento exitoso de embalsamamiento, pinturas rupestres y petroglifos, testimonio de un sistema de creencias más o menos elaborado.

Durante los primeros mil años de la era cristiana, insinuamos ya, una amplia franja de Aridamérica la colonizaron grupos mesoamericanos que establecieron una relación conflictiva con los nómadas de la región, que modo que al tiempo del establecimiento de la Nueva España las fronteras de Aridamérica ya estaban definidas por el río Lerma en tanto que los asentamientos mesoamericanos del norte habían sido abandonados.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 26 de junio de 2022 No. 1407

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